Terapia Floral: Fundamentos, metodología de trabajo y marcos éticos del ejercicio del rol terapéutico
La Terapia Floral, colabora en el equilibrio de emociones y estados mentales tales como la ira, el sufrimiento ante las pérdidas, miedo, inseguridad, desesperanza, intolerancia, impaciencia, irritabilidad, baja estima y tolerancia a la frustración; en definitiva, en aquellos estados afectivos que perturban al ser humano de modo habitual. La Terapia Floral actúa sobre todos los seres vivos, sean personas, animales o plantas.
Las esencias florales, al no tratarse de medicamentos, pueden ser tomadas por todos, incluso bebés, mujeres embarazas, ancianos, etc. Carecen de efectos adversos o secundarios así como de contraindicaciones y no hay posibilidad de sobredosificación. Son totalmente compatibles con cualquier tratamiento o terapia, tanto complementaria como de medicina convencional.
El principio básico que define la acción de la Terapia Floral es el desarrollo de la virtud opuesta al defecto que da origen al malestar emocional; y postula que existen patrones mentales y emocionales disarmónicos que refuerzan o contribuyen a desencadenar enfermedades o disfunciones diversas. Las esencias florales contribuyen a restablecer o conseguir un equilibrio armónico entre cuerpo, emoción, mente y alma, y constituyen un auténtico modo preventivo de toma de conciencia y de crecimiento personal. Asimismo aportan herramientas de emergencia, como por ejemplo el uso del Rescue Remedy (Remedio de rescate) con amplia difusión en el ámbito doméstico.
Todos estos fines terapéuticos son innovadores y es lo que la hace única en el marco de las terapéuticas existentes.La Terapia Floral, colabora en el equilibrio de emociones y estados mentales tales como la ira, el sufrimiento ante las pérdidas, miedo, inseguridad, desesperanza, intolerancia, impaciencia, irritabilidad, baja estima y tolerancia a la frustración; en definitiva, en aquellos estados afectivos que perturban al ser humano de modo habitual. La Terapia Floral actúa sobre todos los seres vivos, sean personas, animales o plantas.
El objetivo de la Terapia Floral del Dr. Edward Bach es ayudar a la persona que padece un trastorno o una enfermedad, para que conozca y entienda el sentido de sus síntomas como señales de una causa profunda, ya que la conciencia que presenta la persona bajo el influjo de una enfermedad, escasamente permite a ésta ver con claridad aquella emoción que afecta su estado de salud (Bach, 2001). Por ello, el Dr. Bach plantea que para poder lograr un adecuado estado de salud, se requiere que la persona realice un proceso de aprendizaje, en donde necesita de otro que lo acompañe (Pastori y Gracia Daponte, 1993), siendo bajo este rol que las esencias florales vienen a apoyar a la medicina alopática, ya que como él mismo lo señaló, “Las flores no vienen a sustituir el arte de curar” (Bach, 2001; pág. 75), así como las terapias complementarias no vienen a remplazar a la medicina alópata, sino que más bien están para brindar un apoyo frente a la ausencia de salud.
Puesto que las esencias florales ayudan en el autoconocimiento, liberando la mente y ampliando la conciencia más allá del aquí del ahora y de lo conocido (Stern, 1992; Grecco y Espeche, 2003), pueden utilizarse para actuar sobre el ser humano en múltiples planos interactivos con un mínimo de reacciones adversas, ya que actúan más allá de mejorar el síntoma, dirigiéndose más bien a modificar características negativas en la conducta de los pacientes. Esto hace que además de ser una herramienta diagnóstica, también sea curativa y psicoterapéutica (Herrera y González, 2000). Es debido a lo anterior que dentro de la propuesta del MINSAL se considera a la Terapia Floral como un trabajo complementario al trabajo terapéutico psicológico o de salud, ya que a través de ella se educa al paciente por medio de la conversación y la escucha, a través de lo cual se le acompaña y dirige en la toma de conciencia acerca de su manera de vivir (Kaur, 2005). De esta forma, entre ambos abordajes se lograría que la persona lograra visualizar cómo significa las experiencias de un modo desfavorable para su funcionamiento psíquico y emocional (Solari, 2005).
En la actualidad, en algunos países se está comenzando a hablar de la Terapia Floral Integrativa (TFI) como una corriente distinta a la Terapia Floral tradicional, sin embargo, a nivel de la realidad Chilena ésta plantea lo mismo que en la actualidad el Ministerio de Salud quiere regularizar con respecto a la Terapia Floral, específicamente en el campo de la salud mental, y es lo que a través de este estudio se quiere presentar. Es por esto, que con respecto a lo que corresponde a esta propuesta, se unirá ambas visiones bajo el nombre de Terapia Floral. Para poder explicar qué es la Terapia Floral, se debe señalar inicialmente que es una terapia complementaria, que no crea hábitos ni adicciones, y no produce reacciones secundarias, por lo cual puede ser usada incluso en el embarazo (Stern, 1992; ETFMV, 2004).
A su vez, puede tomarse en paralelo con otros tratamientos, sean estos alopáticos u homeopáticos; no sustituyendo tratamiento médico, psicológico, o incluso los de carácter menos convencionales (Herrera y González, 2000). Las esencias serán prescritas por el Terapeuta Floral luego de haber realizado una entrevista, la cual está enmarcada bajo un enfoque clínico, donde sólo se abordará aquello de lo que el paciente quiere hablar y de lo que tiene conciencia, no siendo la función del Terapeuta Floral la de profundizar o intentar lograr que el otro entienda el porqué de lo que le acontece (Campos, 2005). Esta mirada es una de las formas existentes de abordar la Terapia Floral que presenta características que no comparten los otros dos tipos de diagnóstico floral: el modelo espiritual y el energético, lo cual genera que estos no hayan sido considerados por la propuesta del Ministerio de Salud para la regulación de las terapias alternativas (Solari, 2005).
Resulta clave considerar que la Terapia Floral va al ritmo de la persona, y cuando la persona no está preparada, el terapeuta debe esperar (ETFMN, 2004), para lo cual debe recibir un adecuado entrenamiento que lo lleva a apegarse a estándares éticos coherentes con principios y obligaciones profesionales hacia los consultantes y público en general, los cuales han sido establecidos a nivel mundial por las diversas entidades (Veilati, 2006, MINSAL, 2007). Se debe señalar que dentro de la práctica floral, la ética es entendida como un sistema de valores y principios bioéticos del ser humano, que son de consenso desde Aristóteles: honestidad, valentía, prudencia, generosidad, tolerancia, etc. Según lo planteado en el curso de formación en Terapia Floral, la ética profesional para Terapeutas Florales, aún cuando se trata de una terapia complementaria, se enmarca dentro de los mismos principios bioéticos que rigen el cuidado de salud y la relación terapeuta-consultante de la medicina convencional, en el entendido que la figura moral-antropológica de fondo es la misma en el ejercicio de ambas; esto sería una persona solicitando ayuda terapéutica. Tales principios bioéticos - correspondientes a la bioética principalista - son los siguientes (ETFMV, 2004):
1. Principio de respeto por la autonomía del consultante
Este principio se funda en el concepto kantiano de persona y de agente moral del consultante, su sentido es resguardar el derecho del sujeto a la libertad personal, a la autonomía y a la autodeterminación. De esta manera, se encuentra ligado al derecho de cada persona de elegir y controlar su vida desde sí mismo. En la práctica profesional, el presente principio se manifiesta cuando el Terapeuta Floral toma en cuenta las opiniones y decisiones del consultante, absteniéndose de interferir en sus decisiones, siempre que estas decisiones no perjudiquen a otros seres humanos o pongan en riesgo a la misma persona. El deber del terapeuta en este sentido, es proteger y promover las decisiones libres, sin que obre coacción alguna sobre los consultantes. En este principio se encuentran contenidos dos subprincipios:
1.1 Principio del Consentimiento Informado
Es un derecho básico, de toda persona, como adulto moral, decidir lo que ha de hacerse con su persona, ya sea en lo referente a su tratamiento como a la participación en una investigación.
1.2 Principio de Confidencialidad o Secreto Profesional
El secreto profesional nace del pacto implícito entre el terapeuta y el consultante, y conlleva la reserva o sigilo de lo que se conoce en razón del ejercicio de una profesión, y cuya divulgación pudiera ocasionar perjuicios morales, materiales e espirituales al consultante o a personas que están relacionadas con él. Por lo tanto, conlleva una prohibición moral y legal de divulgar un secreto conocido en el ejercicio de la profesión terapéutica. Éticamente, el derecho al secreto es consecuencia de la facultad que tiene cada ser humano al uso libre, exclusivo e inviolable de su conciencia, lo que es entendido como su condición de agente moral.
2. Principio de Beneficencia
El principio de beneficencia señala que el terapeuta debe buscar siempre el bien del consultante, beneficiándolo en todo momento en vista a lo que mejor convenga a éste, favorecer sus intereses, teniendo en cuenta que el principal interés es restablecer su salud. Sin embargo, se debe saber conjugar lo que el terapeuta cree "que es bueno" para el consultante con la condición de agente moral de éste. Es decir, conjugar el Principio de Beneficencia, sin que el terapeuta caiga en el paternalismo, con la condición de persona autodeterminante y con libre albedrío del consultante. Por lo tanto, ambos principios no se excluyen sino que pueden conjugarse perfectamente
3. Principio de no maleficencia
La no maleficencia indica que el terapeuta no debe hacer daño de ningún tipo al consultante, ni físico, ni psicológico ni moral, no exponerlo a riesgos innecesarios, ni mucho menos perjudicarlo intencionalmente. Esto implica que el terapeuta debe tratar de otorgarle al sujeto que consulta, el mayor beneficio con el mínimo riesgo. 4. Principio de Equidad y Justicia Distributiva Este principio exige al terapeuta tratar de distribuir equitativamente las oportunidades de mejorar la vida que ofrece la Terapia Floral. Por lo tanto, se comete una injusticia cuando a una persona se le niega, por razones de discriminación un beneficio, que en este caso sería el servicio de la Terapia Floral.
5. Principio de respeto a la Dignidad Humana del consultante
Este principio es propio de la Bioética personalista, y en el se señala que la dignidad humana de la cual todo ser humano se hace merecedor, estriba en el respeto a sí mismo y al otro. Por lo tanto todo ser humano cuenta con una dignidad ontológica, que posee por el sólo hecho de pertenecer a su especie, lo cual le otorga un valor intrínseco. De esta manera, para el Terapeuta Floral respetar la dignidad humana del consultante, es reconocer el valor que merece por el simple hecho de contar con la condición humana. El respeto a la dignidad humana del consultante queda resguardada por su condición de persona inteligente, libre y valente, esto significaría que es un adulto moral con capacidad de autodeterminación, libre albedrío y libre ejercicio de su voluntad, y por lo mismo una persona, digna, dignificable (capaz de dignificarse a sí misma) y dignificante (capaz de dignificar a los demás).
Esto en la práctica de la Terapia Floral implicará que el consultante es un fin valioso en sí mismo, por lo tanto nunca podrá ser utilizado, instrumentalizado o cosificado para servir como medio a los intereses personales del terapeuta sean estos económicos, de experimentación, de lucimiento personal u otro, ya que en tal caso se le estaría colocando un precio al consultante. El entrenamiento de los terapeutas florales deben apegarse a los marcos previamente señalados, porque de esta manera se puede garantizar una calidad que contraste con las prácticas que ofrecen soluciones mágicas, rápidas y poco eficaces a largo plazo (Veilati, 2005).
Para esto se debe incorporar a la formación exigida, que según decreto de MINSAL deberían ser 1600 horas, la inclusión de tres pilares fundamentales (Veilati, 2005 y 2006):
1) Entrenamiento en la conversación terapéutica, de tal forma que el terapeuta pueda ofrecer una escucha extensa y profunda de su consultante; así como la destreza de poder identificar núcleos temáticos dentro de la narración, y así poder identificar la emoción a la base y por consiguiente la esencia con que se trabajará.
2) Para poder escuchar es necesario ubicarse en el lugar de paciente, es decir, estar en un proceso terapéutico floral personal, puesto que es necesario para acompañar a un otro tener conocimiento acerca del sufrimiento y el desconocimiento personal. Para esto se requiere primero llevar a cabo en sí mismo aquello que se quiere que otro realice, puesto que también permite poder diferenciar temáticas del terapeuta de lo que corresponde al paciente. El trabajo de autoconocimiento es clave, para poder valorar la comunicación verbal y actitudinal, el lenguaje, los distintos matices de la interacción humana y el trabajo personal minucioso. El que el terapeuta no cuente con un espacio terapéutico personal constituye una de las fallas éticas más graves.
3) Es necesaria una correcta supervisión, lo cual implica llevar los casos atendidos a la revisión de un grupo de terapeutas más experimentados. Es frecuente que producto de la complejidad y desestructuración de las historias que los consultantes traen, el terapeuta se vea paralizado e invadido, lo que puede llevar a fallas a nivel técnico y ético dentro de la práctica de la Terapia Floral, como son la emergencia de prejuicios, aburrimiento, no saber cómo continuar, desinterés, la emergencia de juicios personales y problemas en la identificación de temas que tal vez el Terapeuta Floral tampoco ha trabajado en sí mismo. Se debe tener claro, que la supervisión no sustituye a la terapia personal o a la correcta formación, sino que permite al terapeuta un espacio de reflexión, de un darse cuenta y reorientar esos obstáculos de la escucha, mientras se está en un entorno de actualización continua y de intercambio con otros colegas. La no supervisión constituye una falla ética.
Estos pilares llevan constantemente a revisar y reconstruir la técnica con la que se trabaja en la Terapia Floral, guardando como principio básico que esta terapia plantea una escucha hacia el ser humano, donde pueda recogerse toda su complejidad y registros a nivel corporal, emocional, mental, vincular, familiar, social, medioambiental y todo aquello que lucha por emerger, siendo todo esto visto desde una perspectiva holística (Veilati, 2005). La cual, dentro de esta propuesta de tratamiento, se integra con una teoría, visión y formación médica, psicológica y psiquiátrica, pensamientos y prácticas de las corrientes florales históricas, una consideración social y medioambiental, y una visión transpersonal (Veilati, 2006).
La Terapia Floral hereda de la Psicología y psiquiatría la conversación terapéutica donde se incorpora el cuerpo físico, lo cual posibilita la construcción de realidades alternativas con respecto al ayer, hoy y mañana, a través de los procesos de darse cuenta, de hablar y de escuchar (ETFMV, 2005), más allá de lo puramente mental. Esta escucha se realiza de manera atenta a lo dicho o no dicho por el paciente, manteniéndose muy apegado al discurso de este, sin prejuicios o ideas previamente establecidas, teniendo por tanto curiosidad y capacidad de sorpresa, es decir, escuchando desde una posición de no saber, y desde ahí realizar preguntas e intervenciones que permitan al consultante reflexionar y dar nuevos sentidos, crear nuevas narraciones de sí mismo y de su modo de vivir su elección de vida a partir del establecimiento de una relación entre el cuerpo, la mente, la emoción y su realidad socio-cultural.
Todo esto será trasladado a las esencias florales, permitiendo así la determinación del tratamiento floral más adecuado (Veilati, 2005; ETFMV, 2004; Grecco y Espeche, 2003). Con respecto a la medicina, la Terapia Floral toma la concepción del cuerpo como un elemento que guarda información, por lo que puede ser leído a través de las esencias florales, lo cual ayudará a que pueda ser incorporado a la conciencia. Esto quiere decir que el cuerpo del consultante narra una historia filogenética y ontogénica, generacional y particular, biológica y mental, lo que conlleva, según la propuesta terapéutica realizada por el Dr. Bach, la exigencia para el terapeuta de contar con las herramientas para poder el abordar el síntoma físico y su alivio (Veilati, 2005). Esta herramienta es la que entrega el Psiquiatra español Dr. Ricardo Orozco con su postulado del patrón transpersonal (Veilati, 2005; ETFMV, 2004 y 2005).
La asociación del síntoma orgánico con el patrón transpersonal, es que éste dirige la atención hacia la dimensión afectiva presente en el síntoma somático; de esta manera, cada esencia floral da cuenta de una dimensión afectiva, una representación que bajo la forma de una narración corporal, describe una tonalidad e intensidad emotiva que impregna inclinaciones, experiencias, pensamientos, ideas, valores y estados de ánimo (Orozco, 2004).
Bajo esta mirada, una inflamación puede ser leída como una sobreexpresión, concepto que lleva al planteamiento de nuevos términos, los cuales abren nuevos espacios narrativos que permiten pasar del cuerpo a la mente y de ésta al mundo de los afectos (Veilati, 2005; Orozco, 1999). Esto abre un campo amplio de conversación para desplegar en el espacio terapéutico, que permita al paciente reflexionar y por tanto desencadenar nuevas acciones, sentimientos, ideas, etc. (Vielati, 2006). Con esto emergen esencias florales que antes no habían surgido, lo cual permite que la terapia “gane en complejidad, interés y efectividad” (Veilati, 2005; p. 4).
Frente a esto es que se puede plantear como un apoyo para la Psicología, puesto que el síntoma a nivel corporal sería entendido como una causa a nivel emocional (Grecco, 2004), ya que como se ha expresado anteriormente, en algunos casos son los órganos quienes asumen el aprendizaje en el cuerpo de lo que se resta atención en el plano emocional, y esto emerge en la persona como síntomas. La Terapia Floral perturbaría internamente a la persona en dirección a una re-estructuración, que es auto-organizativa de acuerdo con la experiencia de cada uno (Balbi, 2000), lo cual debe realizarse con el respectivo acompañamiento terapéutico.
La Terapia Floral, en lo respecta a la inclusión de una visión social y medioambiental, propone que dentro del espacio terapéutico el consultante desarrolle una postura crítica que le permita diferenciarse de las instituciones, ideologías, modelos y estructuras sociales en las cuales se ve inserto como ente social (Veilati, 2005), lo cual fortalecerá el proceso de formación de significados personales y de toma de conciencia por parte del sujeto, es decir, permitirá en la persona el proceso de individuación propuesto por Bach.
La técnica de la Terapia Floral que permitirá el que se pueda alcanzar lo anteriormente planteado, según lo recopilado del planteamiento de diversos autores y del curso de formación para terapeutas florales, se caracteriza porque la determinación de las esencias tiene lugar en el marco de una conversación (Vielati, 1999; Greco, 2004; ETFMV, 2004), que se encuadra bajo un modelo clínico, lo cual implica que se recogen dentro de una conversación y se requiere hacer una ficha (con el propio lenguaje del paciente). El terapeuta tiene que decirle al sujeto las flores que está tomando, él es el que decide lo que se va a tomar.
Con respecto al encuadre, concepto heredado de la Psicología para denotar los limites en que se da la acción terapéutica que permitirá la transformación, que es “el giro el paciente hacia la libertad de elegir y hacerse responsable de sí mismo” (Veilati, 2005; p. 31), se señala que este proceso terapéutico tiene lugar en el marco de una conversación de aproximadamente 60 minutos, con una frecuencia de aproximadamente cada tres semanas, lo cual se establecerá en función de la necesidad del paciente y de lo observado por el Terapeuta Floral, pudiendo acordarse frecuencias distintas a lo largo del proceso. Sin embargo, se puede establecer un tiempo y continuidad de encuentros, pero no la duración total del tratamiento, ya que es elección del paciente interrumpir cuando desee el mismo (Veilati, 2005).
Fuente:
-Cid, Laura (2008) LA TERAPIA FLORAL DE EDWARD BACH, UNA HERRAMIENTA COADYUVANTE PARA LA TERAPIA PSICOLÓGICA (pags. 28-34). Tesis Psicología. U. de Chile. Disponible en: http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2008/cid_l/sources/cid_l.pdf
Ideas que inspiran mi trabajo como terapeuta floral
“Todos sabemos que el dolor tiene efectos diferentes sobre personas distintas, algunas se asustan, otras se deprimen, algunas quieren estar solas y otras desean ser mimadas (...) Si tratamos el estado de ánimo y no la enfermedad estamos tratando a la persona real y estamos dando al paciente lo que verdaderamente necesita para recuperar su salud.”
Dr. Edward Bach. Obras Completas
“La curación con escencias florales no atenderá a curar los síntomas físicos, sino a que la persona observe como se siente, como piensa y se relaciona consigo mismo y con los demás, y emprenda la necesaria labor de reparación de sus conflictos...”
Susana Veilati. Terapia Floral Integrativa